MARIO MARTIN DEL CAMPO  Artista Plástico, Mexicano  Nació en el año 1947 en Guadalajara, Jalisco, México. Estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de San Carlos, Universidad Nacional Autónoma de México. Ha realizado numerosas exposiciones a nivel nacional e internacional

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 MARIO MARTIN DEL CAMPO  Artista Plástico, Mexicano  Nació en el año 1947 en Guadalajara, Jalisco, México. Estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de San Carlos, Universidad Nacional Autónoma de México. Ha realizado numerosas exposiciones a nivel nacional e internacional.

Un Retrato que no es
Por: Santiago Espinosa de los Monteros

 

Termometro-acuatico

Termómetro acuático· 1995
Escultura en plata .925 a la cera perdida,
repujada y vidrio
20 x 10 x 3 cm.
Coleccion Particular

 

.

Nunca he podido liberarme de la idea de que Mario Martín del Campo se autorretrata de manera fragmentada en cada una de sus piezas. Si bien es cierto, huye de «copiarse» tal cual es y de manera total, utilizando el recurso de sólo poner una parte de él en cada cuadro: unas orejas aquí, una mano allá, un bigote más acá.

y entonces nosotros, como espectadores, si es que queremos dibujarnos la imagen real de Mario, debemos armar mentalmente un rompecabezas que al final nos dará, como Mario nos lo entrega, un personaje fantástico.

Estas figuras defragmentadas revelan una influencia de su propia imagen en su obra; un autorretrato de secciones de su rostro, y de su mano, y su corazón y su forma de ver el mundo y traducirlo. Es como si hubiera una extensión de la fantasía de lo que él quiere ser, a su obra. Una detallada lista de sitios y lugares para esta identificación al estilo acertijo, aparecen en las obras «mixtas», es decir, papel (o cartoncillo) finamente cortado y ensamblado, y un dibujo igualmente delicado que reúnen a dúo en un mismo plano, la doble propuesta plástica.

La primera se refiere a la creación, casi siempre a lápiz, de personajes ante el espacio que nos recuerdan al de las maquetas arquitectónicas, cada vez más en desuso por cierto, y que interactúan y se integran a las zonas recreadas, casi siempre evocando relieves acentuados con finos y precisos trazos de lápiz.

La segunda, referida a sus trabajos escultóricos, nos manda a otro plano para la lectura de la obra de Mario. Aquí, los personajes Nos miran y retan desde su tridimensionalidad, nos ponen a descubrir sus vidas y nos hacen imaginar cómo son sus movimientos.

Criaturas como "Biperro", "Máscara", "Veleta" o el erotiquísimo "Termómetro Acuático" son ya parte de la zoología selecta de criaturas fantásticas que Mario ha inventado

. A diferencia de otras zoologías creadas por pintores, éstas, en su fina factura y estilización, llevan en sus ojos la misma forma de ver de su autor. Mario nos mira a través de ellas.

Peces, aves fantásticas, animales articulados con tornillos fingidos, parecerían estar a la espera de una señal para iniciar sus movimientos. o ¿será tal vez que ya lo habían hecho y Mario los congeló ahí para siempre? a veces también pienso que estos seres son los que lleva Mario dentro de sí, como si fueran sus Hekuras o sus Nahuales, y los va sacando de poco en poco hasta formar un ejército de esos otros que también somos y que sólo Martín del Campo puede poner en el mundo terrenal.

Veleta-

Veleta· 1995
Escultura en plata .925 a la cera perdida
con caracol
13 x 34 x 6 cm.
Colección Particular

 

BIPERRO MARIO MARTIN DEL CAMPO

Biperro mandolina· 1992
Escultura en plata .925 a la cera perdida, laminada y forjada
10 x 15 x 55 cm.
Edición de TANE orfebres
Colección Particular

 

El asunto no estriba en descubrir qué tanto se parecen a su autor, o qué tan independientes son de la mano que les ha dado vida. El centro de todo está en ese espacio muerto comprendido entre el subconsciente y la realidad. Y Mario habita justamente en ese fragmento de tiempo que no es ni el real ni el de la fantasía. Se mira a sí mismo y se plasma en sus figuras pero sin copiarse nexos fanáticos y su indiscutible vena surrealista, encuentran en sus manos a uno de los más exigentes creadores que ha dado vuelo libre a la imaginación y a sus seres más prodigiosos, así como a un quisquilloso y meticuloso trabajador de los medios que utiliza.

Sí es plata, se convierte en orfebre, si es madera, en carpintero y si es el lápiz en dibujante. Todas juntas hacen a un artista exigente y propositivo, completo en su formación y recursos, que ha puesto ante nosotros de manera generosa un mundo privado que hacemos propio en cuanto nuestros ojos caen en sus trabajos.

 

Estamos ante las obras de Mario Martín del Campo y ante él mismo. Las primeras nos hablan desde la obsesiva precisión de un artista que no concede espacios ni a los accidentes ni a las improntas. Y el autor, nos habla de un mundo lleno de personajes en el que no cabe ni el raciocinio ni la cordura. Un falso autorretrato, un retrato que no es, nos mira en forma de zapato, de pez, de vuelo o de máquina absurda. ninguno es Mario; y todos lo son.

 

 

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